16 de marzo de 2018

Gombrowicz sobre el Delta III


Martes
A la una de la tarde el barco zarpó, pero yo no lo advertí…, ocupado como estaba mirando los barcos anclados al fondo del puerto…, éstos empezaron a alejarse poco a poco…, y con ellos todo empezó a alejarse, como si girara alrededor de un eje, hacia la izquierda, y Buenos Aires se alejó… Navegamos.

Las seis de la tarde. Atravesando el Río de la Plata en toda su anchura −unos setenta kilómetros−, llegamos casi a las verdes orillas uruguayas. A continuación cambiamos de rumbo hacia el noroeste, y ahora nos adentramos en el delta del Paraná. A mano derecha, la infinita superficie blanca y azulada: son las aguas del río Uruguay. Navegamos por el Delta.

Las ocho de la tarde. Navegamos por el Delta del río Paraná. Las aguas son metálicas, y el cielo malo, enfurecido; sobre el Uruguay, las nubes se han soltado el pelo y con la lluvia alcanzan la tierra. Tristeza. El agua crece, aumenta, y delante de nosotros una nube ha cubierto el horizonte, el río crece con la oscuridad, la nube arroja cúmulos de oscuridad, la oscuridad emana de las orillas distantes unos kilómetros. Navegamos. 


(De Witold Gombrowicz, Diario 1953-1969, entrada correspondiente al Diario del Rio Paraná, de 1956, Barcelona, Seix Barral, 2005).

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